Cuando hablamos de volatilidad de un activo financiero nos referimos a las variaciones intensas de sus precios.
Esta volatilidad hace referencia a la magnitud con la que fluctúan los activos. Así, uno poco volátil se trataría de un activo cuyo precio oscila poco. Por el contrario, un activo muy volátil experimenta subidas y caídas muy pronunciadas.
En este sentido, una cartera diversificada contaría con activos muy volátiles y muy seguros, ofreciendo un crecimiento continuado de su rentabilidad, sin riesgo de sufrir grandes pérdidas.
Así, si la diversificación es correcta, una cartera de este estilo a medio plazo mejora el binomio entre la rentabilidad que consigue y el riesgo al que se expone.